viernes, 26 de febrero de 2010

DR. MANDUJANO vuelve a las no-andadas

En suspensión -como un relevista malo que ve la temporada entera desde el bullpen- el dr. Mandujano sufrió los efectos de la inactividad. "Algo en este mundo, tiene forzosamente que vincularnos con la vida de los otros" había dicho en alguna conferencia el dr. Mandujano "los médicos lo tenemos claro, lo que nos vincula con la vida del paciente es la precisión orfebre con que les cortamos las tripas. Precisión que no proviene de la simpatía hacia la vida humana, sino que es una simulación aristocrática del oficio del relojero, del pollero, del filigranero, del ladrón..." La audiencia -y de antemano esto era sabido por el comité organizador, por los colegas y sobre todo, por él mismo- se limitaba a girar la cabeza a ambos flancos, solicitando permiso para reír, toser, carraspear ruidosamente o simplemente para negar todo lo que se había dicho, gritar que estas estupideces no tenían sentido. Como sea, la opinión que prevalecía (y esto se decía sin resentimiento ni maledicencia) era que se trataba de discursos en donde podía percibirse, casi con presición de experimento de laboratorio, la tristeza. Una tristeza sutil en cuanto un sentimiento puede transformar fisonómicamente a una persona en otra; la tristeza no alteraba en gran medida el rostro semiarrugado del dr. Mandujano, eran tal vez los ojos, agrupados en una mirada tan perdida como corrugada, como papel hecho bola.
En la soledad, la certeza de ser inútil, la irrelevancia de ser inútil, el dr. Mandujano fue un inútil. "Soy el peor médico de este mundo, dícese, el mejor" pensó un día, y se echó en su hamaca a dormir.

1 comentario:

  1. Carajo! ésta si que es fibra narrativa colega, el Dr. Mandujano me hace cagar lágrimas, no se si de llanto o de risa. Aplausos!

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