jueves, 14 de octubre de 2010

EL SOMBRERO

Había que comprar un sombrero como un acto deliberado por parecerse al abuelo, simular aquella virilidad muerta y anacrónica, andar por el pueblo fingiendo no ser un pueblerino venido a más, con los pelos parados y gafas oscuras.
Allí había que cruzar con majestuosidad, pasos muy lentos, desdeñar los automóviles que atiborraban las angostas calles. Saludar a alguien, fumarse un cigarro con alguien. Había que mirar a las jovencitas lindas y chismosas, saludarlas, arrancar una flor y ofrecérselas con bríos.
Murmurar tiernitaaaa, sabrosaaaa.
Había que sentarse en el parque a leer el periódico local, a bromear con los niños vendedores de chicles y tabaco, con los pequeños boleros que te veían raro.
Allí soplaba fuerte el viento en el invierno, cortaba las avenidas de norte a sur; de vez en cuando había que torcer en una calle, de oriente a poniente o al revés para no estremecerse de frío.
Tenía que ser un placer besar a la abuela y decirle ahí vengo al rato abuelita.
Había que sacarse el frío sordo de encima con tequila o caña, alrededor de un fuego. Cantar y gritar majaderías.
Había que saber los nombres de algunos ancianos.
Había que subir al cerro, en el extremo norte del pueblo, a ver las luces con forma de lagarto, el boulevard, la noche y las estrellas.
Borracho, había que orinar en las esquinas oscuras, enfrentar la palabrería de otros ebrios, liarse a golpes si era necesario.
Había que ir a la papelería en la tarde para seducir a la muchachita de mirada insolente, de gruesas piernas de buena hechura; comprar un prit o comprar un sobre para mentirle, te escribiré una carta.
Y en efecto escribir la carta, para nadie, para guardarla o perderla, para un destinatario inexistente o que en definitiva estaría por siempre en otra parte.

2 comentarios:

  1. Ah que Comitán. Ya hacía falta vos Davo, leer eso que escribís, como solo vos escribís. Un tu abrazo compita.

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  2. Muy interesante texto

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