miércoles, 15 de abril de 2009

FICCIÓN. Dr. Mandujano

Después de operar a alguien, al doctor Mandujano le gustaba asistir, como ya sabemos, al pabellón de enfermedades mentales del hospital. Los que lograron verlo alguna vez -enfermeras, gorilas vestidos de blanco, otros médicos- dicen que sólo se sentaba en una banca del jardín, a veces tomando un café o chupando una paleta de caramelo. Nunca nadie se atrevió a afirmar nada, pero sí se especuló bastante sobre aquel comportamiento. El doctor Mandujano sólo hablaba con los pacientes si éstos se acercaban. Una vez un loco puso un banco frente a él y se sentó a dibujarlo (de esto sí hay evidencia: es el dibujo que cuelga de la pared del consultorio, donde antes estuvo el diploma). "Obra de arte peculiar, el bigote un poco demasiado exagerado, las orejas enormes y en la mirada una extraña sombra, como de río turbio, peces muertos y sucia espuma, como cuando me siento iracundo y triste" fue lo que dijo el doctor Mandujano sobre su retrato, en una breve charla con el doctor Peralta, gran amigo de él, según dicen. Seguramente el doctor Peralta se reservó su opinión, y así prevaleció la que por decidia fue y sigue siendo la oficial, la del dibujo hecho con trazos agresivos por un niño hiperactivo, quizás un sobrino o un paciente.
Dicen también, que cuando fue suspendido indefinidamente por negligencia médica, el doctor Mandujano pasaba horas enteras en su casa, con el dibujo sobre los muslos, la mirada baja y una pantalla de lágrimas en los ojos.

1 comentario:

  1. Mucho Mandurrabia, pero se siente que te tembló la pluma con algunos adjetivos.
    Envidio tus ideas, yo no tengo ni una sola que valga la pena. Por eso escribo tanto.

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